Pocas cosas hay tan apasionantes como el lento galope de tu caballo.
Despacio, dejándote sentir, tranquilo, cadente... sin prisas...
Aquí te da la oportunidad de aprender a disfrutar de su movimiento.
Te espera y te da tiempo, te invita a saborear el momento, su poténcia, la reunión de todas sus fuerzas y el deseo de satisfacerte.
Controla sus ganas de correr y las invierte en elegancia.
Tiene tiempo de perfeccionar cada uno de sus trancos y consigue regalarte lo mejor de sí mismo.
No quieras intervenir en este momento, déjale que se entregue, y agradécele lo que te está ofreciendo de la misma forma que él.
Mantén tu asiento relajado, tus manos tranquilas, la mirada en el horizonte.
Y él se sentirá orgulloso, se sentirá poderoso de haber conquistado tu corazón.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Cierra los ojos y disfruta
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